Todavía no entiendo porqué mi madre me obliga a estar en este lugar tan horrible. No me dejan salir fuera, y ya tengo edad más que suficiente para poder salir sola.
La señora Paquita me dice que estoy enferma, y que por eso no puedo salir. Pero me miente.
Me dan unas pastillas que no sirven para nada. Me duelen las piernas y las manos.
A veces creo que soy una vieja, encerrada en el cuerpo de una chica de veinticinco años.
Vaya, esta frase me gusta, voy a escribir un poco más de mi novela.
Cuando me ponga mejor, y recupere mis clases, tengo mucho material con el que trabajar.
Mis alumnos estarán encantados de todo lo que les he preparado.
Voy a ser una profesora diferente, quiero motivarles, quiero que amen la literatura tanto o más que yo. Y voy a hacer de mis clases, un nido para escritores. ¡Sí! Estoy entusiasmada... Hoy estoy deseando poder escribir un poco más...
— ¡Señora Paquita! Vaya susto que me ha dado....—
— Venga Elena, nos vamos al baño, ¿Cómo te encuentras hoy?—
La señora Paquita me trata con cuidado, aunque a veces es muy dura, una sargento que no me permite salir. Y la odio por eso. Pero otras veces, me deja que utilice mi máquina de escribir en el jardín, y la quiero por eso.
— Bien señora Paquita, hoy me siento muy bien, y hace bueno.... —
— Uixxx ¿Eso es una petición para salir a escribir al jardín?—
— Me gustaría, sí...—
— Bueno, pues entonces vamos a bañarte rápidamente, para que puedas aprovechar el día, ¿Vale?—
— ¡Sí! Gracias..—
— Recuerda que hoy es día de visitas... ¿Serás amable?—
Ahí está la trampa... Tendré que soportar a esas personas que se acercan a mí, como si fuese un animalito del zoo. Me miran raro, y me tratan como si nos conociéramos de toda la vida... ¡Y esperan que los soporte tooodo el tiempo!
— Claro señora Paquita, seré amable, siempre lo soy...—
— Bueno, pero hoy lo serás más, ¿Verdad? Vienen unos niños pequeños, y no queremos que se asusten.... —
— Los niños pequeños no me gustan...—
— Venga Elena... ¿Cómo puedes decir eso? ¡Eres maestra!—
— Pero soy maestra de jóvenes. Jóvenes deseosos de aprender, de adquirir esos conocimientos..—
— Bueno, ya estás bien limpita y abrazable. Lo único que te pido es que seas amable, ¿De acuerdo?—
— De acuerdo señora Paquita.—
Ya están aquí las visitas, ya me interrogan cómo si me conociesen... cómo me fastidia este día.
En especial esa niña pequeña, que además es una mal educada, se atreve a llamarme abuela....
No dejan que me concentre en mi escritura.
Adoro escribir en mi Lettera. Lleva conmigo apenas un año, pero parece que lleve cuarenta. Falla a menudo algunas teclas.
O son mis manos....
Dios mío, mis manos... claro que me duelen. La artrosis tiene mis dedos deformes y por eso me fallan las manos al escribir...
Levantar la vista y ver a mi familia...
— Mis niñas... Mis hermosas niñas... ¡Qué guapas estáis!— Necesito abrazarlas, fuerte, que no se me vuelvan a olvidar... — No,,,, no lloréis por favor. Aixxx mi preciosa Anita... ven pequeña, Ven con la yaya...—
¿Porqué me pasa esto? ¿Porqué no las había recordado? Mira que guapas están... y tan mayores...
No hago más que pasar de mano en mano, abrazos y más abrazos. Esto no lo puedo olvidar... por favor, si hay algo ahí arriba.... no me permitas volver a olvidarlos....
Odio los días de visita. No sé para que vienen esas personas, si luego salen llorando... No lo entenderé nunca.
Aunque hoy, esa niña pequeña, me ha dado la mano, y me ha dado un pequeño muñeco. Qué dulce...
La señora Paquita me dice que estoy enferma, y que por eso no puedo salir. Pero me miente.
Me dan unas pastillas que no sirven para nada. Me duelen las piernas y las manos.
A veces creo que soy una vieja, encerrada en el cuerpo de una chica de veinticinco años.
Vaya, esta frase me gusta, voy a escribir un poco más de mi novela.
Cuando me ponga mejor, y recupere mis clases, tengo mucho material con el que trabajar.
Mis alumnos estarán encantados de todo lo que les he preparado.
Voy a ser una profesora diferente, quiero motivarles, quiero que amen la literatura tanto o más que yo. Y voy a hacer de mis clases, un nido para escritores. ¡Sí! Estoy entusiasmada... Hoy estoy deseando poder escribir un poco más...
— ¡Señora Paquita! Vaya susto que me ha dado....—
— Venga Elena, nos vamos al baño, ¿Cómo te encuentras hoy?—
La señora Paquita me trata con cuidado, aunque a veces es muy dura, una sargento que no me permite salir. Y la odio por eso. Pero otras veces, me deja que utilice mi máquina de escribir en el jardín, y la quiero por eso.
— Bien señora Paquita, hoy me siento muy bien, y hace bueno.... —
— Uixxx ¿Eso es una petición para salir a escribir al jardín?—
— Me gustaría, sí...—
— Bueno, pues entonces vamos a bañarte rápidamente, para que puedas aprovechar el día, ¿Vale?—
— ¡Sí! Gracias..—
— Recuerda que hoy es día de visitas... ¿Serás amable?—
Ahí está la trampa... Tendré que soportar a esas personas que se acercan a mí, como si fuese un animalito del zoo. Me miran raro, y me tratan como si nos conociéramos de toda la vida... ¡Y esperan que los soporte tooodo el tiempo!
— Claro señora Paquita, seré amable, siempre lo soy...—
— Bueno, pero hoy lo serás más, ¿Verdad? Vienen unos niños pequeños, y no queremos que se asusten.... —
— Los niños pequeños no me gustan...—
— Venga Elena... ¿Cómo puedes decir eso? ¡Eres maestra!—
— Pero soy maestra de jóvenes. Jóvenes deseosos de aprender, de adquirir esos conocimientos..—
— Bueno, ya estás bien limpita y abrazable. Lo único que te pido es que seas amable, ¿De acuerdo?—
— De acuerdo señora Paquita.—
Ya están aquí las visitas, ya me interrogan cómo si me conociesen... cómo me fastidia este día.
En especial esa niña pequeña, que además es una mal educada, se atreve a llamarme abuela....
No dejan que me concentre en mi escritura.
Adoro escribir en mi Lettera. Lleva conmigo apenas un año, pero parece que lleve cuarenta. Falla a menudo algunas teclas.
O son mis manos....
Dios mío, mis manos... claro que me duelen. La artrosis tiene mis dedos deformes y por eso me fallan las manos al escribir...
Levantar la vista y ver a mi familia...
— Mis niñas... Mis hermosas niñas... ¡Qué guapas estáis!— Necesito abrazarlas, fuerte, que no se me vuelvan a olvidar... — No,,,, no lloréis por favor. Aixxx mi preciosa Anita... ven pequeña, Ven con la yaya...—
¿Porqué me pasa esto? ¿Porqué no las había recordado? Mira que guapas están... y tan mayores...
No hago más que pasar de mano en mano, abrazos y más abrazos. Esto no lo puedo olvidar... por favor, si hay algo ahí arriba.... no me permitas volver a olvidarlos....
Odio los días de visita. No sé para que vienen esas personas, si luego salen llorando... No lo entenderé nunca.
Aunque hoy, esa niña pequeña, me ha dado la mano, y me ha dado un pequeño muñeco. Qué dulce...
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