.craig / Foter / CC BY-NC-ND Pareciese que nunca había sido feliz; que nunca hubiese sonreído libremente. Alba pasaba desapercibida en el gran restaurante, a pesar de ser la pastelera de uno de los restaurantes de postín de su ciudad. Menuda, rubia, de un blanco de piel que podríamos calificar de pálido, labios finos, ojos claros pero discretos. Discreta.... esa es la definición perfecta para ella, una personita discreta. Sus compañeros conjeturaban sobre su vida, pero nadie sabía nada a ciencia cierta. Nunca se le veía con prisa por salir, no hablaba de su familia, ni de sus aventuras o amores, ni de sus amigas o amigos. No hablaba por teléfono con nadie y, aunque era correcta con todo el mundo, nunca había sido social con el personal. Pero eso era en su vida "de fuera", como le gustaba llamarla. Esa vida que servía para pagar las facturas; la que le convertía en una persona "normal"; la que había estudiado; la que le aportaba una rutina de la que