Las injusticias existen, las veo todos los días a mi alrededor.
Me refiero a esas injusticias que están tan de moda, tanto, que las aceptamos como algo normal. Han pasado a formar parte de nuestro paisaje, y ya no las vemos.
Y no, no me refiero a la televisión, a esas noticias que se reparten con voz de pesar, alguna que otra imagen y cambio rápido a una noticia peor del extranjero, para hacernos sentir "afortunados". De ese vicio, consumo extremadamente poco.

Las colas de personas en los lugares que se reparte comida, con carritos de la compra para poder cargar lo que se les pueda donar, con criaturas, con dolor, con vergüenza...
Aquellos que llevan el carrito del supermercado, lleno de cartones que van recogiendo de las tiendas o de la basura.
Esas personas que parecen que pasean, pero sólo se mueven de un lado de la calle a otro, dan una vuelta a la manzana, y se sientan en un banco, porque no tienen dónde ir. Hasta que llega la noche, y buscan un lugar cerrado, o cubierto.
Esas personas que con una carpeta en la mano, arreglados "de domingo", con esa mirada de temor, decepción y una pizca de esperanza. Que veo entrando en todos los comercios de la zona, e intuyo que lo que llevan en la mano son sus currículum.
Esas personas que se sientan en la cafetería, piden un café y cuentan los céntimos con el temor de no llevar lo suficiente. O que esperan a que alguien se levante de la mesa, y se sientan en el lugar antes de que pase el camarero, para poder coger la galletita de cortesía que tantos dejan....
Esas personas que intentamos pasar desapercibidos, como si todo fuese bien. Como si no hubiesen temores que nos quiten el sueño.
Esos, que pasean tranquilamente y se atreven a juzgar a quienes la puta crisis ha hundido en la miseria.
Esos, que aprovechan la situación para forzar la dignidad de las personas.
Esos, que hacen oídos sordos, al sollozo de quien ya no puede llorar.
Todas esas personas, forman parte de las injusticias de ese día a día, que nos regala la cúpula pensante de este país.
Y es curioso, que viendo esas injusticias, teniéndolas tan cerca, parezcan tan normales.
La gente, las personas, gracias a estas injusticias, parece que estamos reaccionando y retomando la vieja costumbre del apoyo mutuo. Pero todavía queda mucho por hacer, quedan muchas desconfianzas por superar, y queda una esperanza.
La esperanza de que superemos esa insensibilidad hacia nuestro prójimo.
Porque, por si alguien no se ha dado cuenta, mañana podemos estar en su lugar....
Y la verdad es que ese lugar llega más pronto de lo que uno cree y llega sin tan siquiera avisar. A todos de una manera u otra nos arrastra.
ResponderEliminarPues sí Niagara, es una de esas cosas que siempre pensamos "Eso a mi no me pasa" "A saber cómo se ha gastado el dinero..." y tantas cosas más...
EliminarPero siempre hay quien, dentro de sus posibilidades, arrima el hombro. Eso es algo que también pasa...
Un beso. :*