Estamos tan acostrumbrados a "ganarnos" las cosas que tenemos, que muchas veces pasamos por alto las pequeñas ayudas que recibimos de nuestro alrededor.
Cuando pasamos por caja en el supermercado, esperamos a que nos digan el precio de lo comprado, pagamos y se dice "gracias" como si no decimos nada, de forma hueca, sin ganas.
Si la cajera está cansada o va deprisa porque se acaba su turno, entonces prestamos atención a todos sus movimientos esperando a que cometa algún fallo para entonces irnos quejándonos de ella.
Cuando el camarero hace dos viajes porque queremos dos sobres de azucar para el café.
Cuando la abuelita del bastón se aparta para que pasemos con el carrito de nuestro bebe (del tamaño de un coche real).
Cuando el cartero nos trae el correo.
Cuando el vecino aguanta la puerta del ascensor.
Cuando un compañero comenta nuestras virtudes.
Seguro que en este momento hay quien está pensando -Si claro, pero es que al camarero, la cajera y el cartero les pagan porque realicen esas tareas-
Y el vecino- ¡Que menos! con la cantidad de veces que lo he hecho yo...
Y la abuelita - Mejor ella que es una sola persona y fácil de apartarse, que yo con el carrito, con lo que abulta y con el riesgo para mi bebé...-
Ahora si nos ponemos en su piel, podemos darnos cuenta que aunque se nos pague por esas tareas, aunque resulte más sencillo que nos movamos nosotros o aunque no nos pase nada por hacerlo nos gustaría que nos diesen las gracias.
Creo que es la mejor manera, como nos gustaría que nos agradeciesen a nosotros. De esa manera la gente responde diferente, responde mejor.
A mí me funciona y me gusta dar las gracias a quienes hacen algo, lo que sea y por el motivo que sea, que me facilita, mejora o alegra la vida....
Así que aunque suene repetitivo, GRACIAS¡¡
Cuando pasamos por caja en el supermercado, esperamos a que nos digan el precio de lo comprado, pagamos y se dice "gracias" como si no decimos nada, de forma hueca, sin ganas.
Si la cajera está cansada o va deprisa porque se acaba su turno, entonces prestamos atención a todos sus movimientos esperando a que cometa algún fallo para entonces irnos quejándonos de ella.
Cuando el camarero hace dos viajes porque queremos dos sobres de azucar para el café.
Cuando la abuelita del bastón se aparta para que pasemos con el carrito de nuestro bebe (del tamaño de un coche real).
Cuando el cartero nos trae el correo.
Cuando el vecino aguanta la puerta del ascensor.
Cuando un compañero comenta nuestras virtudes.
Seguro que en este momento hay quien está pensando -Si claro, pero es que al camarero, la cajera y el cartero les pagan porque realicen esas tareas-
Y el vecino- ¡Que menos! con la cantidad de veces que lo he hecho yo...
Y la abuelita - Mejor ella que es una sola persona y fácil de apartarse, que yo con el carrito, con lo que abulta y con el riesgo para mi bebé...-
Ahora si nos ponemos en su piel, podemos darnos cuenta que aunque se nos pague por esas tareas, aunque resulte más sencillo que nos movamos nosotros o aunque no nos pase nada por hacerlo nos gustaría que nos diesen las gracias.
Creo que es la mejor manera, como nos gustaría que nos agradeciesen a nosotros. De esa manera la gente responde diferente, responde mejor.
A mí me funciona y me gusta dar las gracias a quienes hacen algo, lo que sea y por el motivo que sea, que me facilita, mejora o alegra la vida....
Así que aunque suene repetitivo, GRACIAS¡¡
De nada.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo.
ResponderEliminarUn amigo me dijo hace muchísimos años que se había fijado en que nadie le daba las gracias al conductor del autobús por llevarnos y traernos.
Y desde entonces lo hago siempre. El autobusero me mira extrañado. ¿Seré la única que le agradece lo que hace por nosotros?
Saludos.
Negrevernis no somos las únicas... o al menos eso espero¡¡¡
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